Autor: Iván Fernando Márquez Gómez
Colombia y Venezuela están estrechamente unidas, como si fueran países siameses, no solo por su extensa y conflictiva frontera de 2.219 kilómetros, sino también por sus costumbres, historia, música, mitos, leyendas, gastronomía, parentescos y hasta por sus conflictos políticos y sociales. Ambos países nacieron bajo un mismo ideal de libertad, con Simón Bolívar como figura fundacional. Bolívar, nacido en Caracas y fallecido en Santa Marta, es símbolo de una historia compartida, que se extendió con la formación de la Gran Colombia, compuesta por Venezuela, Colombia y Ecuador.
En la zona andina, la frontera entre San Cristóbal (estado Táchira, Venezuela) y Cúcuta (Norte de Santander, Colombia) es la más activa de Latinoamérica, debido al intenso comercio, tanto legal como ilegal. La mayoría de los habitantes de esta región viven del intercambio comercial. Además, los acentos, modismos y costumbres culinarias de los habitantes de Táchira y Norte de Santander son muy similares, reflejando una identidad compartida que va más allá de las fronteras políticas.
El río Catatumbo, que nace en Ábrego, Norte de Santander, y desemboca en el Lago de Maracaibo, es otro ejemplo de la conexión entre ambos países. Además, en la región del Catatumbo se produce el fenómeno natural conocido como el Relámpago del Catatumbo, visible desde ambos países. En la zona fronteriza de la Guajira, que se extiende entre Colombia y Venezuela, habitan los wayúu, una comunidad indígena que no necesita documentos para transitar libremente entre ambos países, ya que consideran ese territorio como propio.
En los Llanos, una vasta región que se extiende a lo largo de los 800 kilómetros de frontera entre el estado Apure (Venezuela) y Arauca (Colombia), también se comparten el río Arauca, así como costumbres y, especialmente, la música llanera o joropo. Este fenómeno cultural se extiende a todo el llano, que muchos consideran un territorio sin fronteras: un único país llanero.
La música vallenata y el joropo, ambos géneros originados en el campo y relacionados con las labores rurales y el estilo de vida de los campesinos, también reflejan esta hermandad cultural. Los festivales de ambos géneros, como el Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar, o el Festival de la Canción Llanera en Villavicencio, celebran estas tradiciones. En ellos se realizan concursos de acordeonistas, verseadores y cantores, quienes compiten lanzando versos en duelos de ingenio. La piqueria del vallenato y el contrapunteo del joropo son ejemplos de estos enfrentamientos verbales que se han convertido en leyendas populares, como las historias de Francisco el Hombre, quien derrotó al Diablo con su acordeón, o Florentino y el Diablo, un enfrentamiento de copleros en los Llanos venezolanos.
El vallenato, con sus íconicos intérpretes como Diomedes Díaz y Leandro Díaz, y el joropo, con figuras como Simón Díaz y Reynaldo Armas, comparten el alma de estas tierras, y sus canciones se han inmortalizado como himnos de la región. Canciones como "La Gota Fría", "Alma Llanera" y "Caballo Viejo" son solo algunos ejemplos del legado musical que une a ambos países.
Tanto en la literatura como en la música, Colombia y Venezuela comparten una identidad cultural profunda, que se refleja en las obras de autores como Gabriel García Márquez y Rómulo Gallegos. Estas historias, canciones y tradiciones muestran la conexión inquebrantable entre estos dos países, que, a pesar de las fronteras, siguen siendo uno solo en muchos aspectos de su cultura, historia y música.
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