Autor: Alex Choquemamani
En el barrio de Ridgewood de Queens se respira Latinoamérica. En sus calles es común escuchar a la gente hablar español. Los foodtrucks estacionados estratégicamente en las esquinas ofrecen tacos de birria, burritos, quesadillas, y el olor captura la atención de los transeúntes y les hace recordar que es hora de cenar. También está la música que sale del parlante de los autos o de algún negocio: una canción de Bad Bunny, una salsa clásica, una cumbia mexicana.
Un jueves de octubre (2024) fui a Ridgewood para conocer las clases de salsa y bachata que ofrecía Nancy Bocanegra en el bar Aftermath NYC. Estas eran gratuitas y en total habían 15 participantes. Gente blanca, morena, latina, asiática, seguían las instrucciones de Nancy. Ella, micrófono en mano, daba las instrucciones: “Uno, dos, tres, cuatro, vuelta”. Unos agarraban el ritmo de los pasos en el momento (los experimentados). Otros, en cambio, les costaba un poco hacerlo y ello se notaba en sus rostros desorientados (los principiantes). Sin embargo, allí estaba Nancy, con su paciencia, carisma y experticia, para volver a repetir los pasos y así asegurarse que nadie se quede atrás.
El DJ de aquella noche se llamaba WTF JOSHH. Era un chico de unos treinta años, alegre y buen bailarín. En más de una oportunidad lo vi bailando con Nancy y con el público. Pero cuando la última canción del set estaba a punto de terminar, él regresaba corriendo a su puesto para poner más canciones y luego volvía otra vez a la pista de baile como si nada hubiera pasado. Su deber estaba primero pero esto no excluía sus ganas de bailar con los demás.
Las clases de salsa y bachata comenzaron a las ocho de la noche y duró una hora. Pero el baile se extendería hasta la una de la madrugada.
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Nancy (36) nació en Nueva York pero sus padres son de Perú, por lo que la cultura peruana ha estado muy presente en su ambiente familiar; especialmente la música y el baile. Desde muy pequeña le gustaba cantar pero el baile le fascinaba más. Aprendió desde muy jóven a bailar huaylas, cumbia, salsa, bachata, mambo.
Luego de estudiar la carrera de marketing trabajó como consejera vocacional en un college de Nueva York; es decir, un trabajo de oficina que consistía en ayudar a estudiantes universitarios que buscaban trabajo. Paralelamente, en su tiempo libre, Nancy ofrecía clases de salsa y bachata.
Todo iba bien hasta que llegó la pandemia del COVID19.
En el 2021 Nancy fue despedida de su puesto de trabajo como parte de una medida de despidos que ejecutó el college donde trabajaba. Si bien esto, por un lado, le afectó económicamente; por otro lado, fue una oportunidad para hacer un giro en su carrera. Es decir, dedicarse a algo más relacionado a su pasión: bailar.
―Yo siempre quería dedicarme a bailar, pero personas cercanas a mí me decían que era mejor ser abogada o ingeniera.
―Una carrera más estable.
―Si. Pero Nueva York es una ciudad creativa. Yo también me considero una persona creativa. Siempre estoy preguntándome, qué cosa nueva puedo hacer ahora.
Su experiencia enseñando a bailar salsa y otros ritmos, más sus conocimientos de marketing, fueron importantes para fundar su propia escuela de baile: Somos Latin Dance. Desde el 2021 hasta la actualidad la escuela ha crecido y las clases de baile (salsa, bachata, merengue, etc.) se ofrecen tanto en Manhattan como en Queens. El Wall Street Journal publicó un artículo en diciembre de 2023 donde destaca a Somos Latin Dance como un modelo de negocio exitoso, dentro del rubro de pequeños empresarios, porque cada vez más está contratando personal después de la pandemia.
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Un día de verano del 2023, Richard Simbana (31), ingeniero de sistemas, estaba caminando por las calles del centro de Manhattan y una música detuvo su marcha. Era una salsa. Se acercó con curiosidad al lugar donde venía la música. Allí vió a muchas personas bailando en el parque Bella Absug del barrio Hudson Yards. Una de ellas era Nancy, quien estaba enseñando a bailar salsa al público presente en una actividad conocida como Pa la calle.
―Cuando escuché esa música aquel día me hizo recordar a mi niñez. Sentí mucha alegría en mi corazón.
―¿Y bailaste también?
―Sí, un poco. Y después me inscribí a la escuela de Nancy para poder aprender a bailar salsa y bachata.
Richard nació y creció en Nueva Jersey. Sus padres son del Ecuador y ellos siempre han escuchado música latina. Pero bailar salsa o bachata, no tanto. Fue aquí en Nueva York donde Richard aprendió a bailar salsa en Somos Latin Dance y en los socials (eventos salseros que se hacen en discotecas, bares, parques, y hasta en museos).
Somos Latin Dance, según Richard, no es solo una academia de baile. Es también una comunidad en la que todos y todas son bienvenidos. Independientemente de la edad, el género, el nivel de baile. “Nancy promueve una atmósfera donde todos se sienten cómodos y bienvenidos, incluído los principiantes. Este es un rasgo hermoso de sus clases,” cuenta Richard.
Las canciones favoritas de Richard, son: “Brujería” (El Gran Combo de Puerto Rico) y “Bailando Bachata” (Chayanne). Esta última canción la bailó en una conferencia de su trabajo frente a 500 personas.
―¿Y cómo te fue?
―Muy bien. Probablemente hace cinco años yo no lo hubiera hecho. Pero las clases de baile me dieron la confianza para bailar frente al público.
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Es cierto que la ciudad de Nueva York es una ciudad creativa (no olvidemos que la salsa surgió aquí). Cualquier proyecto es posible de realizarse. Pero también puede desaparecer si no cuenta con apoyo suficiente. Por ello Nancy hace un llamado a los sectores estatal y privado para que apoyen económicamente a emprendimientos liderados por mujeres y vinculados al baile. Así Nueva York tendrá asegurada salsa para rato.
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