Qué razones hicieron que la red social se convirtiera en un instrumento para la violencia contra la minoría musulmana en ese país.
Desde el año pasado, más de 700.000 personas de la etnia rohinyá han tenido que salir de Myanmar tras una campaña que la ONU calificó como una “limpieza étnica”. Las tensiones entre la mayoría budista y la minoría rohinyá, de religión musulmana, llevan décadas en el país, pero un nuevo factor hizo que las cosas empeoraran: el uso de Facebook para encender las divisiones.
“Facebook se convirtió en una bestia” para los rohinyás, dijo la investigadora de la ONU para el país, Yanghee Lee. Muchos birmanos, entre ellos algunos monjes xenófobos y líderes del poderoso ejército del país, comenzaron a utilizar la red social para difundir discursos de odio hacia los miembros de la etnia y destruir las poblaciones en las que vivían. Como cuenta El País, estas publicaciones llevaron a muchas personas a cometer actos violentos contra los rohinyás, lo que precipitó la crisis humanitaria.
Una investigación de Reuters encontró, a mediados de agosto, más de 1.000 publicaciones en las que se trata despectivamente a los rohinyás o a otros musulmanes de Myanmar. La crudeza de algunas de ellas impresiona: en una, se invita a “combatirlos como Hitler lo hizo con los judíos”; y en otra se dice que pide que “se les rocíe combustible y se les prenda fuego.”
El pasado 27 de agosto, poco menos de un año después de que se reportó el comienzo del éxodo de los rohinyás, Facebook anunció que expulsó de su plataforma a 18 perfiles, 52 páginas y una cuenta de Instagram desde las cuales, dice la red social, se “inflamaron tensiones étnicas y religiosas”.
Facebook admitió que fue “muy lenta para actuar en este caso”
Entre ellas se destaca el perfil del general sénior Min Aung Hlaing, comandante en jefe de las fuerzas armadas del país. Hlaing es considerado el principal represor del grupo étnico, y ha dicho que los musulmanes “no son ciudadanos” del país, como cuenta El Mundo. Es la primera vez que una persona de un perfil tan alto es expulsada de Facebook.
Facebook admitió que fue “muy lenta para actuar en este caso”. Y de todos modos, Hlaing ya abrió una cuenta en VK, la red social más popular de Rusia, como reporta el Wall Street Journal.
¿Por qué la situación llegó hasta este punto? Hay dos razones importantes.
Hasta 2011, Myanmar era gobernado por una dictadura militar que bloqueaba el acceso a la información y no permitía el funcionamiento de medios de comunicación que no estuvieran controlados por el gobierno. En 2012, cuando el régimen dio paso a una transición democrática, comenzó un proceso que liberalizó las comunicaciones y abrió paso a nuevos operadores de telefonía móvil, lo que progresivamente abarató el costo de conectarse a internet en el país.
Con los celulares, llegó Facebook. Según Reuters, la red social pasó de tener 1,2 millones de usuarios en 2015 a 18 millones en 2018. “Muchas personas la vieron como una solución todo-en-uno, que ofrece un sistema de mensajería, noticias, videos y entretenimiento”, dice la agencia. La clave de este crecimiento explosivo fue que los operadores daban acceso gratuito a la red social, de modo que los datos que se consumían en ella no se descontaban de los planes de los usuarios.
Facebook pasó de tener 1,2 millones de usuarios en el país en 2015 a 18 millones en 2018.
El problema es que el país no logró desarrollar otras fuentes de contenidos que le hicieran contrapeso a lo que circulaba en la red social. Hoy, casi toda la información relevante en el país circula en Facebook o en los medios oficiales, fuertes desde los tiempos de la dictadura. Eso hizo que no fuera posible contrarrestar la campaña de odio contra los rohinyás.
Facebook cuenta con una infraestructura grande para monitorear los contenidos que circulan en su plataforma. El problema es que, cuando se trata de idiomas minoritarios, como el birmano, esta infraestructura flaquea.
En un reportaje de Wired se relata que, al menos desde 2013, Facebook tenía noticias de su papel en la situación en Myanmar. En 2014, según Reuters, el mismo gobierno birmano había intentado contactarse con Facebook para expresarle sus preocupaciones. Pero Facebook no tenía el personal ni la infraestructura para reaccionar.
Reuters narra que, hasta 2015, solo cuatro personas en toda la planta de personal de Facebook podían hablar esa lengua. Posteriormente, la empresa contrató un servicio de monitoreo de contenidos para parte del sureste asiático, que opera desde Manila (Filipinas), y puso en marcha otra operación propia con empleados que hablan birmano desde sus oficinas internacionales en Dublín (Irlanda).
Algunas veces, el empleado encargado de evaluar un contenido reportado no hablaba birmano, lo que le impedía hacer su trabajo. En otras ocasiones, el contexto y los matices locales eran difíciles de comprender, “y en la mayoría de esos casos tú intentas darle al usuario el beneficio de la duda,” como dijo un funcionario de Facebook entrevistado por la agencia de noticias.
Además, algunos activistas han denunciado que los procesos para reportar contenido son engorrosos y lentos, y que en general, la compañía pasó muchos años sin tener un interés genuino en su rol en la violencia birmana. “Parece que la descontrolada burocracia de Facebook, y su interés en el potencial del mercado birmano, fueron más fuertes que las preocupaciones sobre la proliferación del discurso de odio,” dice Wired.
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