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“El temor es la fuerza más extraordinaria que hay en la vida”: Gabriel García Márquez

Entrevista a Gabriel García Márquez en Canal Caracol y Caracol Radio en 1991.

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Redacción Centro Gabo

En abril de 1991, el periodista colombiano Darío Arizmendi entrevistó a Gabriel García Márquez en Cartagena. Fue una de las pocas entrevistas para la televisión que concedió Gabo. Arizmendi y García Márquez conversaron durante tres horas en el segundo piso de la casa Museo Rafael Núñez. De todo ese tiempo, sesenta minutos serían emitidos por el Canal Caracol, mientras que el material restante –según relata Arizmendi en Gabo no contado– “se guardaría en una caja fuerte para difundirlo cuando el maestro quisiera”.

En la entrevista, García Márquez habló sobre su infancia, la influencia de las mujeres en su vida, el papel del periodismo en la realidad colombiana y la confección de algunas novelas emblemáticas como El amor en los tiempos del cólera.

Un mundo compuesto de mujeres

 

Durante su diálogo con Arizmendi, el escritor colombiano evocó su niñez en la casa de sus abuelos maternos en Aracataca y resaltó el contacto permanente que tuvo con las mujeres. “Me siento feliz entre las mujeres; las mujeres me dan seguridad, me dan buena suerte, y en la infancia estaba rodeado de mujeres que se encargaban de resolverme todo. Inclusive me bañaban, cosa que no he logrado después de adulto”, contó.

Dentro de este universo femenino que lo envolvió, la presencia de su abuela, Tranquilina Iguarán Cotes, fue determinante para su vida de escritor. “Era la persona que hablaba el castellano más expresivo que recuerdo en toda mi vida”, dijo Gabo. “De ella lo aprendí y todavía cuando estoy escribiendo me acuerdo de palabras que ella usaba. Las pongo –porque primero pongo las palabras y después consulto el diccionario, consulto después el diccionario para saber si la palabra está en el diccionario, no porque sea correcta o no sea correcta– y en muy pocas ocasiones he encontrado que una palabra que ella usaba no está en el diccionario. Casi siempre como arcaísmo”.

 

Los riesgos del periodismo

 

García Márquez también se refirió a la ética periodística y a su importancia en el periodismo colombiano y las escuelas de periodismo y comunicación social. “Estoy muy preocupado con la forma en que se enseña el periodismo en Colombia. Llegué a decir en broma, pero casi temiendo que estuviera diciendo la verdad, que si todos los horrores que han sucedido en Colombia no han acabado con ella, queda todavía el riesgo de que el periodismo mal hecho sí acabe con el país”, dijo.

Agregó que su interés por la ética de este oficio se debía a que se sentía más periodista que escritor. “Soy un periodista, fundamentalmente. Toda la vida he sido un periodista”, afirmó. “Mis libros son libros de periodista, aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una cantidad de investigación y de comprobación de datos y de rigor histórico, de fidelidad a los hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o fantásticos, como tú quieras, pero el método de investigación y de manejo de la información, el manejo de los hechos, es de periodista”.

 

Haciendo El amor en los tiempos del cólera

 

Respecto a su obra literaria, Gabo narró en la entrevista cómo fue el proceso de escritura de El amor en los tiempos del cólera, novela que había publicado seis años antes.

El amor en los tiempos del cólera es una historia muy linda, porque los amores de mi padre y de mi madre son exactamente los amores de juventud, la parte de la juventud de Florentino Ariza y Fermina Daza”, relató el escritor colombiano. “Desde el momento en que ellos ven al telegrafista que toca el violín, que lo toca en la iglesia, que se enamora de la muchacha bonita que va a la escuela, es literalmente no solo la historia de ellos, que logré reconstituir para estar seguro de que había sido así, sino la que ellos me contaban. Y cuando estaba escribiendo El amor en los tiempos del cólera –la escribí aquí en Cartagena– trabajaba toda la mañana; en la tarde me daba una vuelta por el Portal de los Dulces a oír frases, a oír palabras. Salí a buscar los lugares donde vivían los personajes, trabajando en ocasiones como si fuera para hacer una película. Es decir, sé aquí dónde vive Fermina Daza, dónde vivía Florentino Ariza, cuál es la iglesia donde él iba a tocar el violín. Toda la geografía de la novela es auténtica, aunque en algunos casos he cambiado el nombre, como el nombre de la calle de las Ventanas, que no es realmente la Calle de las Ventanas, sino que tiene otro nombre; más bien es la calle del Santísimo. Pero hay una hilera de ventanas que se ven tan bien que pensé que era mejor que se llamara la calle de las Ventanas en la novela. Y terminaba en la casa de mis padres todas las tardes, interrogándolos sobre esos amores. Primero a él y otras veces a mi madre, separados, porque juntos era muy difícil obtener la verdadera información”.

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