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En su cuarta edición, Cronicando Nelson Mandela enseñará a contar historias con imágenes

En la cuarta edición de Cronicando, los participantes adquirirán habilidades de fotografía para cambiar su mirada del barrio Nelson Mandela de Cartagena.

Redacción Centro Gabo

Primero aprendieron las bases del periodismo escrito y crearon un periódico, El Nuevo Gabo. Luego aprendieron las bases de la producción sonora y crearon piezas radiales sobre su comunidad. Y en esta cuarta edición del proyecto Cronicando, organizado por el Centro Gabo, de la Fundación Gabo, en alianza con la Fundación TenarisTuboCaribe, 40 niños y jóvenes del barrio Nelson Mandela de Cartagena aprenderán las bases del fotoperiodismo.

El taller fue inaugurado el lunes 12 de agosto, en un evento en el barrio Nelson Mandela al que asistió Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Gabo; Vicente Manjarrez, presidente de Tenaris en la Región Andina; Roberto Valera, director regional de Recursos Humanos; Ronald Silva, encargado de relaciones con la comunidad de Tenaris en la Región Andina, y Adolfo Baltar, director del semillero de investigación de la Universidad Tecnológica de Bolívar, institución que apoyará la actividad este año.

Para Jaime Abello Banfi, Cronicando es uno de los programas más apasionantes de la Fundación Gabo, porque en él “convergen varios intereses estratégicos y afectivos que nos animan: la memoria inspiradora de nuestro fundador Gabriel García Márquez, los modelos y valores éticos del periodismo investigativo y narrativo que siempre hemos promovido, la convicción de que podemos dar herramientas a la ciudadanía para un uso ético y creativo del poder de contar y diseminar historias, y el trabajo con los talentos y vocaciones  tempranas de niños y jóvenes que además adquieren con esta experiencia competencias ciudadanas y de pensamiento crítico”.

Abello destacó además la alianza con Fundación TenarisTuboCaribe, que ha hecho posible hacer la serie de Cronicando en el barrio Nelson Mandela, un área económica y socialmente vulnerable de Cartagena.

Por su parte, Roberto Varela aseguró que, en los años que lleva Cronicando, “además de adquirir competencias comunicativas, los chicos han desarrollado un pensamiento crítico frente a la realidad de su entorno y hoy día se postulan a personeros estudiantiles, son voceros de sus cursos y tienen algún liderazgo en su comunidad; es decir, el programa se ha convertido también en una herramienta de desarrollo comunitario y de empoderamiento de la gente”.

 

Ojos para cambiar la realidad

La metodología de Cronicando está basada en ejercicios prácticos o ‘misiones’: actividades en la que los talleristas se aproximan al trabajo práctico, tal como se haría en una sala de redacción.

Tras aprender las nociones teóricas básicas y participar en dinámicas para explorar su creatividad y afinar su mirada, los estudiantes se aproximarán periodísticamente a los temas de su barrio y propondrán ángulos y enfoques a un consejo de redacción, donde se valorará que los temas propuestos sean viables, no generen riesgos para los estudiantes y realmente sean interesantes para la comunidad.

El taller culminará con la realización de una exposición fotográfica en el barrio Nelson Mandela, en la que se mostrará el resultado del trabajo de los participantes, que tendrán sesiones teóricas y prácticas en los meses de agosto y septiembre.

Gracias a que su objetivo principal es ofrecer a los talleristas —que, en muchas ocasiones, viven situaciones difíciles— competencias que les permitan desenvolverse mejor en sus vidas, el proyecto Cronicando fue reconocido en julio de 2018 por el Ministerio de Cultura como uno de los 10 proyectos culturales en Colombia constructores de paz.

La mayoría de quienes tomarán parte en esta cuarta edición de Cronicando han pasado por ediciones anteriores del taller. David Lara, coordinador periodístico del proyecto a lo largo de sus cuatro años, asegura que los participantes han adquirido y mejorado sus competencias particulares interpersonales, artísticas y del lenguaje. 

“Cronicando no es una escuela de periodismo, sino una escuela que trabaja sensibilidades humanas, de reconocimiento de ellos mismos y del despertar de sus potencialidades”, explica Lara. “He visto la transformación, la seriedad con la que asumen el trabajo y cómo esa forma de mirar su comunidad transforma sus vidas”, añade.

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