Un estudio de la Misión de Observación Electoral encontró que los discursos electorales intolerantes o polarizadores no son la mayoría de los que se publican en redes sociales. Pero cuando sí lo son, su viralidad es bastante alta.
El odio y la intolerancia no son muy frecuentes, pero son muy virales. Esa es la principal conclusión del estudio ‘Discurso de intolerancia en las elecciones presidenciales 2018’, que la Misión de Observación Electoral (MOE) elaboró y presentó con Acceso, una agencia especializada en inteligencia de redes sociales. Los resultados fueron revelados este jueves en un evento en Bogotá.
El 20% de las menciones en redes sociales sobre elecciones eran intolerantes o polarizantes, según el estudio. Pero, como explica Juan David Vargas, director de investigación en Acceso, “las menciones de mayor interacción tienden a ser de intolerancia”.
Los candidatos también caen en estas prácticas. El 2% de los mensajes oficiales que producen fueron catalogados como intolerantes, o al menos, despertaron reacciones de intolerancia. Cuando eso ocurre y los candidatos son los que promueven —deliberadamente o no— los discursos de odio, las reacciones tienden a ser aún más virulentas que cuando lo hacen usuarios comunes y corrientes.
Eso explica por qué, con frecuencia, hay otros objetivos detrás de los discursos de odio. “La estrategia puede ser generar indignación desbordada” y así aumentar la visibilidad y popularidad de algunos candidatos, explica Fabián Hernández, director de comunicaciones de la MOE.
También se encontró que los eventos de intolerancia que suceden en el mundo físico están correlacionados con un aumento en el volumen del odio ‘virtual’. Así, incidentes como el ataque a la caravana del candidato Gustavo Petro en Cúcuta, o el enfrentamiento entre los excandidatos Alejandro Ordóñez y Piedad Córdoba en una universidad en Bogotá, crearon ‘picos’ de intolerancia en las redes.
Una conclusión interesante del estudio es la relación que se encontró entre desinformación e intolerancia en redes sociales. “La mayoría de los ataques se basan en información no verificable, pero creíble para el público que los lee”, dijo Hernández. Esto resuena bastante con otros estudios sobre manipulación y difusión de información falsa: mientras lo que se dice esté de acuerdo con las creencias de la audiencia, va a ser creído así no se pueda probar, o las evidencias lo desmientan.
En esa tónica, el informe muestra que es bastante común que a los candidatos se les acuse de ser parte de una ‘conspiración’; de una agenda o causa más grande que manda sobre ellos. Por el contrario, es poco frecuente que los candidatos sean criticados —o incluso insultados— con base en sus propias propuestas e intervenciones.
La mayoría de los ataques se basan en información no verificable, pero creíble para el público que los lee: Fabián Hernández, MOE
Más allá de hacer un análisis cuantitativo, el estudio también intentó comprender cuáles los discursos de odio más frecuentes. Así, encontró que el odio a las Farc es el tema que más aparece en los mensajes polarizantes o intolerantes, seguido de las acusaciones de corrupción, las menciones al llamado ‘castrochavismo’ y a la situación en Venezuela, y los señalamientos de paramilitarismo.
Este estudio recogió contenidos públicos de Facebook, Twitter, Instagram, YouTube y blogs, publicados entre el 1 de enero y el 4 de marzo de 2018. Por esa razón, no incluye las reacciones que se pudieron generar tras las elecciones legislativas del pasado 11 de marzo, ni tras los debates presidenciales de mediados de abril. La MOE asegura que hará una segunda entrega después de la primera vuelta.
El informe completo se puede descargar en este enlace.
En un ambiente político tan caldeado, siempre será posible que cualquier comentario o publicación genere una reacción violenta o intolerante. Estas recomendaciones pueden minimizar el riesgo de que eso suceda.
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