Cuando una novela de William Faulkner se adaptó bien a la pantalla | Centro Gabo
Intruder in the dust, William Faulkner
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Cuando una novela de William Faulkner se adaptó bien a la pantalla

La película basada en un libro de Faulkner que descrestó a Gabriel García Márquez.

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Para Gabriel García Márquez, el tránsito de una obra literaria a la pantalla es un asunto difícil y con altas probabilidades de fracasar, pues en la mayoría de los casos, el libro que inspira una película incita al director a “filmar literatura” en lugar de hacer cine. “Mientras el director necesite un escritor filmará literatura”, dijo en una entrevista concedida a la Revista de Cine Cubano en julio de 1969. “Yo no quiero que Francesco Rosi haga Cien años de soledad porque sus soluciones serán literarias y no visuales: se adaptan novelas y las películas resultan pura literatura. Creo que un director de cine debe saber las cosas que quiere expresar, tomar sus notas y escribir su película con la cámara mientras filma”.

Intruder In the Dust (1949), el largometraje basado en una novela homónima de William Faulkner [Intruso en el polvo], fue una de las pocas excepciones a este dictamen. García Márquez la vio en los cines de Barranquilla en julio de 1950, exhibida en la cartelera con el equívoco título de Rencor. Tan pronto como acabó aquella matiné, corrió hacia su máquina de escribir —una Underwood SX100— y redactó una columna elogiosa que luego publicó en el periódico El Heraldo, en la célebre “Jirafa” que firmaba con el seudónimo Septimus.

“Completamente inadvertida pasó por la ciudad la extraordinaria película de título horrible y desacertado —Rencor— basada en una novela del maestro William Faulkner: Intruder in the dust”, escribió entonces. “El maestro Faulkner es un hombre técnicamente bruto. De una brutalidad elemental, primitiva, que le ha permitido llevar a la creación literaria un personal y arbitrario concepto del mundo y de las dimensiones. Su desbordada manera de presentar los hombres y hechos, en un tiempo lógicamente desordenado y no estrictamente prejuicioso tiempo cronológico, era una dificultad para los libretistas. No para el cine: para los libretistas. La versión cinematográfica de Intruder in the dust es, por lo mismo, una obra mucho más que admirable”.

 

Intruder In The Dust

 

Por aquella época y a instancias de sus amigos del “Grupo de Barranquilla” (Álvaro Cepeda Samudio, Ramón Vinyes, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas), García Márquez ya había devorado casi todo lo que se había publicado de Faulkner en lengua española. Un año antes de ver la película, en marzo de 1949, había leído El sonido y la furia, Mientras agonizo, El villorrio y Las palmeras salvajes mientras se recuperaba de una neumonía. La experiencia del universo faulkneriano lo dejó deslumbrado y no tardó en proclamarlo como uno de sus grandes maestros en el arte de la novela. En el artículo que escribió para El Heraldo se evidenció su amplio conocimiento de los temas y personajes esenciales del narrador estadounidense, recreados con gran acierto en el filme dirigido por Clarence Brown.  

“Nada que no sea esencialmente maestrofaulkneriano interviene en esta película. El desproporcionado negro a quien se acusa de un asesinato que no cometió, puede ser uno de la millonada de negros altos y endiosados que viven en Jefferson y sus alrededores, pero su personalidad, la manera de golpearlo las circunstancias y la manera casi animal con que él las afronta, son de pura raíz maestrofaulkneriana”, subrayó García Márquez. “El viejo Gowin, a quien ya habíamos conocido en otra novela del maestro, en Mientras agonizo, conduciendo un muerto de cinco días a través del invierno, está representado en Rencor con una fidelidad y una maestría inestimables. Dos miembros de la familia Gowin —la inolvidable familia de Cash, el carpintero improvisado que fabricaba el ataúd junto al lecho donde agonizaba su madre para estar seguro de que ella estaría conforme con todos los pormenores de su trabajo— vienen a Rencor con un indiscutible salvoconducto maestrofaulkneriano. Cada uno de los personajes —el eterno abogado de la mayoría de las novelas del maestro, que estudió en Harvard y habla como si constantemente leyera en la Biblia; las mujeres insobornables; los muchachos irracionalmente obstinados; los negros acorralados por los prejuicios— tiene en la película su categoría exacta: definitivamente”.

En esta columna, publicada el 12 de julio de 1950 con el título “El maestro Faulkner en el cine”, el escritor colombiano también hizo varios comentarios técnicos que se anticiparon a los análisis cinematográficos que haría para El Espectador cuatro años después, cuando estuviera a cargo de la columna “El cine en Bogotá. Estrenos de la semana”. Se refirió, por ejemplo, a la banda sonora a cargo de Alexander Courage y Adolf Deutsch: “uno de los experimentos interesantes que hicieron los realizadores de Rencor para que la producción estuviera al nivel de la obra que le dio origen, es la eliminación de la música ocasional. Los efectos se produjeron a base de ruidos. Ruidos maestrofaulknerianos, también; orgánicos, que van sonándoles a los personajes dentro de los huesos”.

Nominada a dos premios BAFTA y dos Globos de Oro, la película Intruder In The Dust fue una de las pocas adaptaciones de una novela que García Márquez consideró aceptables de ver en el lienzo de un teatro. En su columna, sin embargo, Gabo se queja de que casi nadie en Barranquilla haya sentido la emoción que a él le despertó el largometraje. “No hay un objeto ornamental, un detalle, que no hubiera sido vigilado estrechamente para lograr el clima de puro sur adolorido que pasa desgarrándose las vestiduras por las páginas del maestro”, concluyó. “El resultado, por tanto, no podía ser distinto de esta creación fundamental que acaba de pasar por la ciudad, inadvertidamente, sin romperla ni mancharla”.

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