Un vitral para Gabriel García Márquez

Un vitral con el rostro de Gabriel García Márquez para homenajear su memoria.
Por:
Emil Fajid Marun

Desde que era un niño oí hablar a mi padre de Gabriel García Márquez y de su obra colosal. No ocurrió lo mismo en el bachillerato, donde mis profesores de español resaltaron las obras de otros escritores como Ernest Hemingway, Juan Rulfo o Jorge Luis Borges, pero no la de nuestro Nobel de Literatura.

Una vez terminé el bachillerato, me fui de inmediato al seminario regional de la costa atlántica JUAN XXIII, ubicado en Salgar, Puerto Colombia (Atlántico), a estudiar Filosofía y Teología. En una de las tantas asignaturas que cursé, Antropología costeña, el padre Gustavo Mesa, sacerdote Eudista, desarrolló todo el programa de su clase teniendo como texto base Cien años de soledad. Fueron dos semestres fascinantes. Nuestro profesor calificó esa obra como la génesis de la cultura costeña. Allí, paseando por las páginas del libro, descubrí que los mal llamados “turcos” tuvieron un papel importante en el desarrollo económico de la costa atlántica, aunque hicieron presencia en casi toda la geografía nacional. Eran, en realidad, sirios, libaneses y palestinos lo que aparecían en la obra de García Márquez. Desde entonces me aprendí de memoria algunos pasajes claves de Cien años de soledad y entendí los motivos por los cuales su autor se había ganado el Premio Nobel.

Cuando llegué al seminario llevaba conmigo una herencia fenicia a través del oficio de mi padre, que era vidriero. Allá pude desarrollar y acrecentar el gusto por los vitrales, tanto así que, muchos años después, ya en un retiro laboral obligado, retomé el arte de los vitrales. La muerte del escritor Jorge García Usta, quien compartió conmigo el orgullo de ser descendientes de la tierra de Khalil Gibran, me inspiró a realizar mi primer rostro en un vitral. Después de ese trabajo, cumplí una promesa a nuestro santo libanés San Charbel, a quien también le hice su rostro.

Finalmente le llegó el turno a nuestro Nobel de Literatura. Para hacer su rostro, utilicé una técnica especial. Es una propuesta que hago en el arte del vitral: reemplazar la grisalla, que es pintura sobre el vidrio. En toda la historia de los vitrales, los rostros, vestimentas y fondos de paisajes son pintados en el vidrio, no son elaborados desde un diseño cuya composición genere la figura que se quiere mostrar. Además, también utilicé la técnica de Tiffany, que consiste en unir los pedazos de vidrios con una cinta de cobre y sobre esa cinta fundirle una vena de plomo.

Con este vitral del rostro de Gabriel García Márquez hago un homenaje y honro su memoria, aunque ya sea es inmortal por su magna obra.

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