El archivo de la Fundación Gabo con más de seiscientas frases, reflexiones e ideas de Gabriel García Márquez.
Thu, 09/11/2025 - 02:55
El 20 de septiembre de 1954, Gabriel García Márquez fue invitado a un programa radial de la emisora bogotana HJCK. Se llamaba Cuál es su hobby y consistía en una entrevista en la que el poeta Arturo Camacho Ramírez les preguntaba a los invitados sus obsesiones y pasatiempos artísticos. García Márquez, que entonces era un joven periodista de 27 años, contó al aire que uno de sus hobbies era seguirle la corriente a los presagios y pesadillas. Confesó que desde los cinco años, cuando experimentó su primera pesadilla, se había dado a la tarea de estudiar al detalle el horror de los sueños, convirtiéndose en un experto con el paso de los años (también te puede interesar: García Márquez, el señor de las pesadillas).
Durante la primera mitad de la entrevista, el futuro novelista les explicó a los oyentes que existían tres tipos de pesadillas: las terroríficas, las absurdas y las perfectas. En las décadas siguientes, cada uno de estos tipos serían introducidos en sus libros y algunos tendrían tanto protagonismo que definirían el destino de muchos de sus personajes más memorables.
En el Centro Gabo compartimos contigo esta extraña clasificación de las pesadillas hechas por el Premio Nobel de Literatura colombiano:
“Son una clase inferior”, le dijo García Márquez a la HJCK, “El tipo perfecto de las pesadillas vulgares”. Se trata de un tipo de pesadilla que está reservado exclusivamente a los aprendices. “En ellos se cuenta la indecorosa pesadilla del soñador perseguido por el toro, la de la infinita escalera de caracol y, en general, todas las protagonizadas por animales repugnantes: ratones, murciélagos, serpientes, arañas. Son pesadillas demasiado fáciles, que por lo general se evitan con un buen laxante, como el delirium tremens”.
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En abril de 2014 partió nuestro Nobel hacia otras dimensiones, a la eternidad. Al árbol de Macondo en abril se le caen las hojas y, como “los árboles que mueren de pie”, el escritor colombiano Gabriel García Márquez murió y sigue de pie, enhiesto en su inmortalidad, erguido en su legado, sigue como los añosos árboles altivos, legendarios, que profundizan sus raíces y sus copas quieren alcanzar las nubes.
Continuará en la memoria cada vez más viva en el corazón de los colombianos y en los admiradores de su obra en el mundo debido a su literatura sin fronteras. Gabriel García Márquez es quizás el autor en lengua castellana más ampliamente leído en todo el mundo y sus obras han sido traducidas a más de cuarenta idiomas. Su creación literaria se prolongará en el tiempo y extenderá sus ramas, se eternizará mientras sigan creciendo los macondos.
El nombre de Macondo era el de una hacienda próxima a Aracataca. García Márquez lo convirtió en uno de los referentes geográficos literarios más inolvidables. En sus memorias, el escritor relata que el nombre proviene de una hacienda bananera que visitaba con su abuelo Nicolás Márquez a comienzos de los años treinta.
¿Qué es, en realidad, Macondo? ¿Lugar imaginario, árbol, pescado o tribu africana? La primera mención al árbol “Macondo”, según la Biblioteca Virtual, fue hecha por el viajero Alexander von Humboldt, quien vio este árbol en el bosque de macondos de Turbaco (Bolívar, Colombia) en 1801, cuando fue a visitar los volcanes de lodo con Luis de Rieux. Menciona que puede llegar a alcanzar los 35 metros de altura. Los frutos son enormes, con cinco alas, entre rosados y cafés, capaces de volar llevados por el viento.
Palabras parecidas a Macondo existen en varios idiomas africanos y algunas se referían a árboles. Existen varias localidades y pueblos africanos con el nombre de Macondo. También se dice que es voz de origen “chimila”.
Macondo, nos dice la voz de García Márquez en el documental Gabo la magia de lo real, “no es un lugar geográfico, es un estado de ánimo. Es el estado de ánimo que se vive en el Caribe. Los europeos tienen un problema: un cuadro en el que meten la realidad y, lo que no cabe en ese cuadro, no existe. Nosotros los latinoamericanos no tenemos cuadrito y vivimos la vida como viene”.
Carlos Monsiváis, ícono de la literatura mexicana, define así a Macondo: “La prosa de García Márquez es uno de esos hallazgos enormes para cualquier lector. Una vez que uno penetra en ella, no quiere abandonarla. El verdadero Macondo, para mí, es la prosa de García Márquez”.
Carlos Fuentes también nos muestra qué es Macondo. Tras recorrer las páginas de Cien años de soledad en 1967, Fuentes afirmó: “Acabo de leer las primeras 75 cuartillas de Cien años de soledad. Son absolutamente magistrales. Toda la historia ‘ficticia’ coexiste con la historia ‘real’, lo soñado con lo documentado, y gracias a las leyendas, las mentiras, las exageraciones, los mitos, Macondo se convierte en un territorio universal”.
No olvidemos que Macondo tiene muchos antecedentes literarios. Ahí está Comala, de Juan Rulfo, o Santa María, de Juan Carlos Onetti. “Son universos propios, mundos cerrados y a veces asfixiantes que permite a sus creadores darles a sus historias una dimensión mítica”.
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