Siete apuntes del escritor colombiano sobre el más célebre estallido literario de América Latina.
El boom latinoamericano es, quizás, el acontecimiento literario más importante del continente en el siglo XX. Aunque implicó el protagonismo y la amistad de un puñado de escritores que pronto se consagrarían en lo más alto del canon, también supuso una participación activa de editoriales, lectores, académicos, agentes literarios, periodistas y líderes sociales, de manera que lo que empezó como un fenómeno literario acabó teniendo repercusiones económicas y políticas, y produjo una oleada de reflexiones sobre la identidad de América Latina y sus nuevas formas de novelar la realidad.
Para algunos expertos, el boom comenzó en 1963 con la publicación de La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa (galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2010), llegó a su clímax en 1967 con Cien años de soledad y acabó en febrero de 1976, cuando Vargas Llosa golpeó el rostro de Gabriel García Márquez en el vestíbulo de un teatro en Ciudad de México. Para otros, el boom inició muchos años antes, con la edición de obras de escritores notables como Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Elena Garro, Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias. En cualquier caso, la lista de sus máximos representantes suele ser siempre la misma: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, José Donoso, Vargas Llosa y García Márquez.
En el Centro Gabo hemos reunido siete reflexiones de Gabriel García Márquez sobre este estallido literario que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XX. Las compartimos contigo:
El llamado boom de escritores latinoamericanos existió en realidad y fue un resultado lógico de la revolución cubana. La verdad es que la mayoría de los escritores que formamos parte del boom estábamos escribiendo desde mucho antes de que hiciéramos boom en el mundo. Sin embargo, en los países remotos y subdesarrollados de la América Latina nadie nos hacía caso. Yo mismo, que escribí mi primera novela, La hojarasca, hacia 1953, necesité tres o cuatro años para que me hicieran el favor de publicármela. Juan Rulfo había publicado Pedro Páramo en 1955; Carlos Fuentes había dado al público La región más transparente por esa misma época; Alejo Carpentier había editado desde mucho antes sus primeras maravillosas novelas. No obstante, fue a raíz de la revolución cubana cuando estos autores fueron conocidos, cuando fuimos conocidos fuera de la América Latina. Esto se debió a que Europa, que es un continente novelero, un continente de noveleros, particularmente los franceses, se entusiasmaron con la revolución cubana. Pensaron que iba a ser una revolución como ellos querían que fuera. Una revolución totalmente irreal, pero de todas maneras esa revolución les permitió ocuparse, interesarse por la América Latina […] Entonces se interesaron por ella, empezaron a investigarla, a tratar de conocerla. Y entre las muchas cosas que encontraron que ya existían en América Latina, hallaron que había una literatura, que ellos no conocían. Entonces fue cuando hicieron el lanzamiento de nuestros libros que ya habían estado muchas veces en editoriales francesas y norteamericanas y que habían sido rechazados.
“El periodismo me dio conciencia política”.
La Calle, 1978.
El boom de la literatura latinoamericana en los Estados Unidos ha sido causado por la revolución cubana. Todos los escritores latinoamericanos de esa generación habían estado escribiendo durante veinte años, pero los editores europeos y estadounidenses tenían muy poco interés en ellos. Cuando empezó la revolución cubana, se produjo un súbito reavivamiento del interés por Cuba y Latinoamérica. La revolución se convirtió en un artículo de consumo. Latinoamérica se puso de moda. Se descubrió que existían novelas latinoamericanas suficientemente buenas para ser traducidas y consideradas dentro de la literatura mundial. Lo realmente triste es que el colonialismo cultural era y es tan profundo en Latinoamérica que ha sido imposible convencer a los mismos latinoamericanos de que sus propias novelas eran buenas, al menos fue imposible hasta que no se lo dijo gente de afuera.
“Gabriel García Márquez”.
The Paris Review, invierno de 1981.
Con el boom, las novelas no se volvieron mejores que antes. Lo que ocurrió fue que a partir de cierto momento los latinoamericanos empezaron a leer sus novelas. Fue entonces cuando salieron al ámbito internacional. Solo cuando conquistamos a los lectores latinoamericanos se pensó en traducirnos y en llegar así a los lectores mundiales.
“Hay que filmar la realidad real”.
El Tiempo, marzo de 1991.
Se dice que el boom fue una maniobra editorial; yo creo más bien que fue un error editorial. Los editores pensaron que todo se iba a vender como Cien años de soledad o La ciudad y los perros, y resultó que no. Lo curioso es que antes del boom se consideraba que la consagración para un escritor latinoamericano era ser traducido. No importaba que los libros no se vendieran en América Latina, sino lograr que aparecieran en Francia o en los Estados Unidos. Y, sin embargo, lo que verdaderamente determinó la explosión y lo que facilitó y aseguró la traducción inmediata fue haber conquistado el mercado latinoamericano. Fue entonces cuando de verdad empezamos a existir. El boom hizo eso, conquistar el mercado interno.
“Encuentro con Gabriel García Márquez”.
En Retrato de García Márquez, 1989.
No sé si el fenómeno del boom es en realidad un boom de escritores o si es un boom de lectores. […] Creo que hemos decidido que lo más importante es seguir nuestra vocación de escritores y que los lectores se han dado cuenta de ello. En el momento en que los libros eran realmente buenos, aparecieron los lectores. Eso es formidable. Creo, por eso, que es un boom de lectores.
“La novela en América Latina”.
Universidad Nacional de Ingeniería, septiembre de 1967.
Lo que ustedes llaman el boom de la novela latinoamericana no fue un fenómeno literario sino político. Los escritores que lo integramos estábamos escribiendo desde hace más de veinte años sin que ustedes se tomaran el trabajo de perseguirnos para hacernos una entrevista. Lo que provocó la explosión fue la revolución cubana, que puso a la América Latina en el primer plano de la actualidad mundial, y, por supuesto, también a sus novelistas.
“Gabo vuelve al periodismo”.
Visión, febrero de 1975.
Siento que el cine latinoamericano está en el punto en que estaba la novela antes del boom. Creo que estamos muy cerca de explosión. Estamos a punto. Se está haciendo mucho cine latinoamericano, pero va a suceder como con la novela. El día que las películas sean verdaderamente buenas y rompan la barrera del sonido, salen todas.
“El periodista es hoy en Colombia un corresponsal de guerra”.
El Espectador, enero de 1991.
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